Imagínate que estás de vacaciones en Grecia y vas a pasar unos días en las famosas islas griegas. En lugar de elegir las conocidas Mykonos y Santorini, decides ir a una isla más pequeña de la que apenas encuentras información pero, que por algún motivo, te llama la atención. Imagina que esa pequeña isla se convierte en el lugar favorito del viaje: es una isla llena de locales, playas preciosas, restaurantes baratos y pocos alojamientos… Un lugar paradisíaco alejado del turismo de masas. La pregunta es: ¿lo compartes en tus redes o te guardas este descubrimiento para ti?
Hoy en día, parece casi imposible encontrar estos rincones alejados del turismo de masas debido a la influencia de las redes sociales en el turismo. Está claro que las redes sociales forman parte de la vida de nuestras vidas; nosotras mismas somos usuarias activas, sobre todo, de Instagram. Como todo en la vida, nada es ni blanco ni negro, sino que hay grises; por eso nos apetecía hacer una pequeña reflexión desde nuestra humilde opinión sobre el impacto de las redes sociales en el mundo de los viajes. Para ello hay varias preguntas que nos parecen interesantes sobre las que queremos reflexionar a lo largo de las siguientes líneas.
Rincón favorito en algún lugar del mundo
¿Qué impacto tienen las redes sociales en el turismo?
El hecho de que hoy en día se comparta (casi) todo en las redes sociales ha hecho saltar las alarmas en algunos lugares del mundo, que han pasado a ser “lugares en peligro de extinción” por culpa del turismo de masas y el turismo hiperlocalizado, es decir, el que se promueve en las redes sociales.
En algunas ocasiones el impacto medioambiental es tal que se han destruido ecosistemas. Es el caso de la Playa de Maya Bay en Tailandia, el lugar en el que se rodó la película de “La Playa” (Danny Boyle, 2000) protagonizada por Leonardo DiCaprio. Este pequeño rincón de la Isla Phi Phi empezó a recibir tanto turismo que se han perdido la mayor parte de sus arrecifes y corales y las autoridades decidieron cerrarla. La buena noticia es que la flora y la fauna parecen haber regresado.
En otras ocasiones el deterioro de un monumento es tal que las autoridades se ven obligadas a decretar nuevas normas, como es el caso de Machu Picchu en Perú, quizás el lugar más conocido de toda América del Sur. Era tal la cantidad de visitantes, que se ha empezado a limitar el número de personas que pueden acceder al día. Os invitamos a leer esta publicación de Irene de Crónicas de una Argonauta donde explica por qué ella decidió no visitar Machu Picchu e invertir el tiempo (y dinero) en ver otros yacimientos arqueológicos fascinantes de Perú.
Pero además, esta influencia de las redes sociales en el turismo puede estar asociada a prácticas no responsables. Un ejemplo claro son los santuarios de elefantes del norte de Tailandia. No vamos a explayarnos en este tema, pero visitar estos mal llamados “santuarios de elefantes” no es una práctica responsable y te invitamos a consultar este post escrito por Andrea Torres de Travelleating y Carla Llamas de La maleta de Carla en el que explican cómo ver elefantes de forma responsable. Lo importante aquí es preguntarse si realmente visitamos un santuario por nuestro interés personal hacia los animales o por la posibilidad de tener una foto bonita junto con el animal, que “queda muy bien en Instagram”.
Los elefantes en Tailandia, mejor verlos así
Pero no todo es negativo. Las redes sociales son también fuente de inspiración y de aprendizaje. Nosotras, gracias a algunas cuentas que seguimos, hemos dado rienda suelta a nuestra creatividad en fotografía y vídeos.
Seguimos a gente que nos inspira por su forma de transmitir a través de la imagen y nos sirve de aprendizaje. En nuestro post sobre trucos de fotografía os comentamos la importancia de ver fotografías ya que te ayuda a descubrir encuadres diferentes, te da ideas sobre elementos que pueden funcionar en tus fotos, etc. Así que Instagram es una gran ventana desde la que muchos fotógrafos/as muestran su trabajo y que te pueden servir como fuente de inspiración y aprendizaje.
Las redes sociales también nos han servido para descubrir lugares alucinantes de Berlín, la ciudad en la que vivimos. Nos hemos enterado de exposiciones interesantes a través de las redes, hemos descubierto lugares poco conocidos y muy chulos, e incluso hemos conocido a algunas bloggers que viven en Berlín con las que ya hemos compartido más de una cerveza.
Lugares chulos que hemos descubierto en Berlín en redes sociales
Pero no solo aprendemos de fotografía. A través de las redes sociales hemos aprendido (y lo seguimos haciendo) cómo reducir nuestra huella ecológica tanto en nuestro día a día como cuando estamos de viaje o seguimos a varias mujeres viajeras que cuentan su realidad viajando solas por el mundo, que nos inspiran.
¿De qué manera influyen las redes sociales en la fotografía de viaje?
Nosotras no concebimos viajar sin una cámara. Viajar y hacer fotos han ido de la mano desde siempre pero desde hace unos años, y debido a la irrupción de las redes sociales en nuestras vidas, ha cambiado quizás la forma en la que viajes y fotografía se relacionan. Mientras que antes de la aparición de las redes sociales hacer fotos en tus viajes era la forma de capturar lo que veías para luego recordarlo, ahora parece que viajamos y hacemos fotos pensando en las fotos que haremos y en lo que compartiremos por las redes sociales.
Y es que los datos hablan por sí solos: el 97% de los usuarios comparten sus fotos de viajes en las redes sociales. Entre ellas, Instagram es la red social preferida por quienes viajan: cuenta con 400 millones de usuarios y se publican unas 80 millones de publicaciones al día. Se publican fotos, stories, reels y este tipo de contenido relacionado con el mundo de losviajes le sirve al usuario como fuente de inspiración para explorar nuevos lugares y también como una especie de guías de viajes, en las que el usuario busca, explora y descubre si aquello que ve en las redes sociales es lo que estaba buscando.
El impacto de las redes sociales en el turismo es tal que muchos usuarios deciden dónde van a pasar sus vacaciones teniendo en cuenta lo fotogénico (o “instagrameable”) que sea el lugar y buscando poder publicar fotos bonitas en sus cuentas de Instagram.
Selfie de recuerdo en Koh Rohg Saolem, Camboya
Con esta forma de viajar y tomar fotos que han surgido por las redes sociales, a veces se puede perder la sensación de disfrutar de un lugar, conectar sin tener nuestro móvil y cámara delante. Es cierto que para nosotras la fotografía es una forma de explorar el mundo y que a través de la mirilla de la cámara vemos lo que tenemos delante con otros ojos, nos fijamos en detalles, personas, colores que queremos capturar con nuestra cámara a través de imágenes o videos. La mayoría de las veces no lo hacemos pensando en el contenido para redes sociales, aunque eso no quita que, en momentos determinados, lo hagamos.
Sin embargo, creemos que esa obsesión de viajar para sacarse determinada foto puede ser muy negativa. Y hablamos desde la propia experiencia. Nuestra visita al templo Ta Prohm, o el conocido templo de Tomb Raider en Angkor, se vio estropeada por turistas que solo pensaban en hacerse el selfie de turno. Tanto es así, que disfrutamos mucho más de otros templos menos concurridos y donde pudimos disfrutar del entorno y de la fotografía.
El famoso templo de Tomb Raider
De hecho, uno de los días que visitamos los templos de Angkor fuimos con un guía turístico, que se vendía también como fotógrafo por conocerse todos los sitios desde donde hacerse fotos chulas y originales, aunque eran más bien las típicas fotos de postureo y que nosotras nunca nos hacemos. Nos veía con nuestras cámaras, bien preparadas y al principio no paraba de preguntarnos si queríamos “esa foto tan chula desde ese sitio tan chulo” hasta que, ante nuestro nulo interés, desistió.
También nos pasó algo parecido en nuestra última visita al Museo Británico en Londres. La piedra Rosetta es la joya de la corona de la colección egipcia de este museo y nos acercamos a verla. Cuál fue la sorpresa que, mientras estábamos deleitándonos ante ella, una mujer a nuestro lado nos dio un codazo, intentando apartarnos para poder sacar una foto con su móvil. No tenemos muy claro si aquella mujer sabía que se encontraba ante la estela que le permitió a Champollion descifrar los textos en jeroglíficos egipcios, porque una vez que sacó la foto rápidamente, se marchó.
¿Dónde ha quedado la originalidad y la creatividad en la fotografía de viajes?
Esta obsesión por hacer determinada foto en determinado lugar nos hace preguntarnos dónde ha quedado la originalidad y la creatividad en la fotografía de viajes. Personalmente, nos aburre ver la misma foto del amanecer en Capadocia, en el Coliseo de Roma o las pirámides de Giza.
Durante nuestros viajes una de las cosas que más disfrutamos es sacar una foto “diferente” de lugares conocidos, dar rienda suelta a nuestra creatividad para sacar una foto que tenga nuestra esencia. Para ello, muchas veces hay que darse el tiempo, pararse, buscar diferentes ángulos.
Pero sobre todo hay que olvidarse de las fotos que probablemente has visto de ese lugar antes del viaje para “que no contaminen” tu creatividad, hay que olvidarse de los clicks rápidos y dejar que la inspiración te embriague. Y si no lo hace, no es necesario sacar una foto: ¿o no os ha pasado eso de estar en algún lugar «especial» del que no os ha salido una buena fotografía? A nosotras sí, muchas veces.
La puerta de Brandenburgo desde un ángulo diferente
Además, ¿qué hay de la expectativa de una foto y la realidad?
Relacionado con esto, está el hecho de que la mayoría de las ocasiones las redes sociales solo muestran la cara bonita de los viajes y solo se muestran fotografías bonitas. Esto es normal, nosotras mismas buscamos sacar fotos buenas cuando viajamos y, para ello, muchas veces buscamos encuadres en los que evitamos que se vea “lo feo”.
Los amaneceres en Angkor Wat son espectaculares pero las hordas de turistas que corren para coger sitio delante del estanque y sacar sus fotos, estropean esa bella estampa. Aunque siempre puedes buscar otros lugares desde los que poder disfrutar de ese momento tan especial sin los agobios del turismo de masas. Nuestro segundo amanecer lo disfrutamos desde el estanque situado más a la izquierda, que curiosamente, estaba vacío y, sin duda, lo disfrutamos muchísimo más.
Amanecer en Angkor Wat desde el estanque con gente
Pero, ¿qué pasa cuándo la foto en Instagram y la realidad son totalmente diferentes y nos decepciona? Nosotras mismas hemos sufrido esa decepción por ejemplo al visitar Las Coloradas en México, ya que las redes sociales no muestran que en realidad existe todo un entramado para que pagues por un lugar totalmente accesible al peatón, todo por hacerte una foto en una salina.
Las Coloradas en México
Aunque quizá, el mejor ejemplo sea el templo de Pura Lempuyang de Bali en Indonesia. Probablemente el nombre no te diga mucho si no lo has visitado pero estamos seguras de que has visto la típica foto de este templo, en las llamadas Puertas del Cielo y con un perfecto reflejo que deja boquiabierto a cualquiera*. Por si no lo sabías, esta foto es un montaje: no existe ningún estanque o lago desde donde se reflejen estas puertas. Resulta que lo que hay es un señor, que con un espejo situado en la parte inferior del objetivo de la cámara, ha creado esta imagen idílica completamente falsa.
Llegadas a este punto ¿debemos compartir o no todo en las redes sociales?
Nosotras definitivamente no compartimos todo en redes sociales. En nuestros viajes solemos compartir muchos de los sitios que visitamos, alojamientos y restaurantes: normalmente toda esa información la podéis encontrar en los post del blog. Además, si hay algo que no nos gusta, también lo solemos mencionar. Pero también es verdad que a veces nos guardamos algo que consideramos especial en el tintero.
A fin de cuentas, tenemos que tener en cuenta que todo lo que vemos en las redes no es más que una mínima parte de la vida de las personas, ya que por ejemplo para nosotras es importante preservar nuestra intimidad y la de quienes forman parte de nuestra vida y de nuestros viajes.
Localización no compartida en Berlín
Entonces, ¿debemos compartir o no en las redes sociales? No podemos contestar a esta pregunta por ti. Nosotras no queremos dejar de compartir en redes sociales, a pesar de que somos conscientes del impacto negativo que tienen. Nosotras nos centrarnos en lo positivo, en lo que nos hace crecer y aprender. Compartimos contenido en Instagram porque nos gusta la fotografía y nos sirve de plataforma para mostrar nuestras fotos de viajes.
Nos encanta compartir con vosotras nuestros viajes, nuestras fotos, nuestra forma de viajar promoviendo un turismo responsable que se hace cada vez más necesario. Sin embargo, de la misma manera que nos gusta mostrar todo esto que acabamos de mencionar, tenemos muy claro que hay cosas que no vamos a compartir en redes sociales, ya sean porque atañen a nuestra vida privada y no queremos exponerlas o porque hay lugares que preferimos guardarnos para nosotras mismas, con la utópica idea de no ser responsables en convertirlos en “Instagram spots”.