Eran muchas las personas que nos decían que bucear era una de las experiencias que no nos podíamos perder en la vida. Por eso, en las vacaciones del verano de 2018, buscamos un destino donde poder sacarnos el curso de buceo PADI Open Water Diver. El lugar elegido fueron las Islas Perhentian, en Malasia. En esta entrada te contamos nuestra experiencia haciendo el curso.
¿QUÉ ES EL PADI OPEN WATER DIVER?
El curso PADI Open Water Diver es un curso que te certifica como buceador independiente en cualquier parte del mundo hasta una profundidad máxima de 18 metros. La certificación PADI Open Water Diver es la más popular si quieres iniciarte en el mundo del buceo y es la que nosotras elegimos.
Escuela de buceo
A parte del curso PADI Open Water Diver, en todas las escuelas de buceo se ofertan más cursos, tanto para principiantes como para buceadores ya independientes. En la página oficial de PADI puedes consultar los diferentes cursos que se ofertan.
¿DÓNDE HICIMOS EL PADI OPEN WATER DIVER?
Nosotras elegimos hacer el curso en las Islas Perhentian, situadas en el mar de China, en la costa nordeste de la Malasia peninsular. El conjunto lo forman Perhentian Besar (la isla grande) y Perhentian Kécil (la isla pequeña). Nosotros nos decidimos por Perhentian Kécil porque es donde hay más escuelas de buceo.
Long Beach en Perhentian Kécil
Nuestra escuela de buceo fue Angel Divers, situada en Long Beach. Fue la escuela que más rápido nos contestó y nos permitió reservar todo a través de WhatsApp, proporcionándonos un pack de buceo y alojamiento, que se ajustaba bastante a lo que nosotros queríamos. Elegir escuela de buceo al final es muy particular, y cabe mencionar que somos novatas en este mundo, pero nuestra experiencia en esta escuela fue totalmente recomendable.
¿CUÁNTO CUESTA EL PADI OPEN WATER DIVER?
En las islas Perhentian la mayoría de las escuelas ofrecen diferentes packs. En nuestro caso pagamos 1.240 ringgits que incluían el curso PADI Open Water Diver + 3 noches de alojamiento en chalet + 3 desayunos + 3 comidas + camiseta. El alojamiento que te ofrecen es el Matahari Chalet, que creemos que deja bastante que desear, ya que fue el alojamiento más caro que pagamos en Malasia y el que más tenía que mejorar. Si tuviéramos que repetir, quizás intentaríamos alojarnos en algún lugar más apartado y tranquilo de la isla.
¿EN QUÉ CONSISTE EL PADI OPEN WATER DIVER?
El curso PADI Open Water Diver suele tener una duración de 3 o 4 días. En nuestro caso fueron tres días. El curso se divide en tres partes: parte teórica, parte práctica en inmersiones en aguas confinadas y parte práctica con inmersiones en aguas abiertas.
Antes de iniciar el curso, nos acercamos a conocer la escuela y presentarnos. Allí conocimos a la que sería nuestra instructora. El primer trámite antes de iniciar el curso es rellenar los documentos con tus datos personales, un documento de salud y otros papeles relacionados con la seguridad y la responsabilidad.
La parte teórica
La parte teórica consiste en el visionado de cinco vídeos en los que te explican los conceptos básicos del buceo autónomo, el equipo de buceo, qué hacer en situaciones de peligro, etc. Para esta parte del curso te dan el manual oficial de PADI con toda la información que vas viendo en los vídeos. Después de cada capítulo hay una pequeño test que has de responder y que luego corregirás con tu instructora.
Manual y Diver’s Log
Sinceramente es la parte más aburrida del curso. Sobre todo si estás viendo los vídeos frente a una playa maravillosa, pero es obviamente una parte necesaria y hay que pasar por el aro. En nuestro caso, el primer día por la mañana vimos los tres primeros vídeos y el segundo día por la tarde vimos los dos restantes. El último día se ha de hacer un examen final tipo test que necesitas aprobar para obtener la certificación. Pero estad tranquilos: si has superado los ejercicios anteriores, el examen final no tiene dificultad. Además, al hacerlo el último día del curso ya tienes un poquito de experiencia bajo el agua y eso te ayudará a contestar a las preguntas.
La parte práctica
La parte práctica comienza desde el primer día y consta de dos partes diferenciadas. En primer lugar se hacen inmersiones en aguas confinadas. En nuestro caso fue en un embarcadero de Long Beach, donde había una zona que apenas cubría. Y aquí era donde realizamos los ejercicios. Estas inmersiones las hicimos el primer y el segundo día. Nuestra instructora nos explicó en tierra cuáles iban a ser los ejercicios a realizar y, una vez que estábamos en el agua, los íbamos ejecutando. Los ejercicios están enfocados a poder realizar de forma autónoma cualquier movimiento bajo el agua, y sobre todo, saber qué hacer en el caso de que se te presente alguna dificultad: aprender a respirar con el respirador, descender con el chaleco, hacer ejercicios de flotabilidad, aprender a limpiar y colocarte la máscara, ponerte y quitarte los pesos y el chaleco, etc.
Ejercicios bajo el agua
La parte práctica incluye también inmersiones en aguas abiertas. Nosotros hicimos un total de 4 inmersiones durante el curso. Normalmente durante estas inmersiones se realizan también ejercicios, pero a más profundidad. El primer día descendimos a 8 metros y pudimos disfrutar un poco de la sensación de buceo. El segundo día bajamos a 12 metros, y el último día hicimos dos inmersiones en aguas abiertas llegando ya a los 16 y 18 metros, respectivamente.
En las inmersiones se te van presentado dificultades que has ido aprendiendo en el curso, hasta que por fin, la última inmersión fue la más recreativa y donde, por fin, pudimos disfrutar. El descenso fue espectacular y la visibilidad era increíble. Lo mejor sin duda fue descubrir nada más bajar una manta enorme que estaba delante nuestro para nuestro deleite. Estuvimos 35 minutos bajo el agua y vimos cantidad de peces, otra manta más pequeñita y mucho coral. Al salir y, a pesar de llevar el respirador, no podíamos parar de sonreír; una vez en superficie nos chocamos las manos, contentos por haber vivido esta experiencia. Nuestra cara de felicidad lo decía todo.
¿MERECE LA PENA?
Seguramente el buceo no es para todo el mundo. Cada uno tiene que valorar sus miedos, pero lo que sí os aseguro es que si disfrutáis con unas gafas y un tubo haciendo snorkel, la experiencia de bucear será única.
Un pez raya en el fondo marino
Bucear es una de las cosas más bonitas que hemos hecho hasta ahora. La sensación de poder estar bajo el agua tanto rato y ver la vida de sus fondos es indescriptible. Te sientes un intruso en ese mundo, al que no perteneces, pero que te permite contemplarlo como un espectador respetuoso. Los nervios de tirarte al agua con todo el equipo, empezar el descenso, viendo la profundidad a lo lejos, y poder desenvolverte como pez en el agua, te provoca una sensación de adrenalina que, al acabar la inmersión, sólo te deja una pregunta en la cabeza: “¿Cuándo repetimos?”.
Desde entonces tenemos una cosa clara: nuestros siguientes destinos, incluirán una parada para bucear.