El Valle del Omo es uno de esos lugares en el mundo donde parece que el tiempo se ha parado. Es un lugar remoto y es el hogar de numerosas etnias que, a día de hoy, mantienen unos modos de vida ancestrales, algo que parece casi imposible en este mundo globalizado. Los hamer, los nyangatom, los karo, los mursi o los dassanech son algunas de las etnias que habitan esta zona de Etiopía.
Estamos seguras de que has visto fotografías de personas de estos grupos étnicos, ya que su atractiva e impresionante estética ha llamado la atención de los viajeros y viajeras desde hace mucho tiempo. Los viajeros y viajeras que llegan al Valle del Omo quieren conocer y acercarse a estas culturas, pero muchos llegan con la única intención de hacer fotografías.
Por eso, si vas a viajar a Etiopía y, en concreto al Valle del Omo, es recomendable hacer un ejercicio de reflexión sobre qué se puede hacer para no sentirse en un safari humano. Ese ejercicio de reflexión previo te permitirá aproximarte a las personas con un mayor respeto y empatía, evitando tratar el viaje como una simple oportunidad para tomar fotos. Eso sí, también te advertimos: esa sensación es, a veces, inevitable. Las diferencias entre visitantes y locales pueden hacer que, aunque lo intentes, te sientas como en una especie de safari humano.
En este post, nos gustaría hacer una serie de reflexiones que os pueden ayudar a pensar sobre estos temas y preparar vuestro viaje a Etiopía de manera más ética y respetuosa. Queremos compartir algunas ideas para que no se reduzca la experiencia a solo tomar fotos, sino para que sea un intercambio humano que valore a las personas que encuentras, y no solo los recuerdos que coleccionas.
¿POR QUÉ SE PONE PRECIO A UNA FOTOGRAFÍA EN EL VALLE DEL OMO?
Como ya te hemos comentado antes, los viajeros y viajeras que llegan al Valle del Omo quieren conocer y acercarse a estas culturas, pero también llegan con la intención de hacer fotografías. De hecho, el Valle del Omo es uno de esos lugares del mundo que ha sido un paraíso para los fotógrafos debido a la atractiva e impresionante estética de los diferentes grupos étnicos.
En el Valle del Omo, el simple hecho de tomar una fotografía no es visto como algo casual por parte de las comunidades locales, sino que suele ser una interacción económica. Por eso, debes saber que cada fotografía tiene un precio y suele ser de 5 birr (o cualquier cantidad acordada). Obviamente el tema de pagar por fotografías abre una reflexión interesante y nos gustaría ahondar un poco más en esta cuestión.
Hombre de la etnia karo
Esto tiene un impacto en las comunidades locales, que reciben a los viajeros como fuente de ingresos, dado que sus recursos económicos suelen ser limitados. Y sí, el cobrar por fotografías es una manera de capitalizar la presencia de visitantes y uno puede pensar que el intercambio con la comunidad es menos auténtico.
Sin embargo, no debemos olvidar que los que viajamos hasta allí somos las personas con más recursos y este desequilibrio económico puede justificar que se cobre por fotografiar a las personas de una comunidad. Además, en algunos casos, las comunidades sienten que su imagen, sus vestimentas tradicionales o sus prácticas culturales no deberían ser gratuitas, porque simbolizan una parte de su identidad o patrimonio.
ENTONCES, ¿ES JUSTO PAGAR POR UNA FOTOGRAFÍA?
La respuesta a esta pregunta varía según el punto de vista y el trabajo de reflexión que hayas hecho previamente. Algunos viajeros pueden sentirse incómodos si no están acostumbrados a esta práctica o si sienten que pagar transforma el momento en algo transaccional y menos auténtico.
Sin embargo, si se tiene en cuenta el punto de vista de la comunidad sí puede ser justo. En primer lugar porque están obteniendo una compensación económica por permitir que otros se beneficien de capturar su imagen y, en segundo lugar, porque este intercambio puede verse como una forma de reconocer el valor del tiempo y la disposición de las personas que acceden a ser fotografiadas.
Mujer etnia hamer
AHORA BIEN, ¿ES ÉTICO FOTOGRAFIAR A LAS PERSONAS DE ESTAS COMUNIDADES?
Después de saber que en el Valle del Omo se paga por una fotografía y de entender que el poner precio a su imagen es justo, cabe preguntarnos si es ético fotografiar a las personas de estas comunidades y es que el acto de fotografiar implica capturar y, en cierto modo, «poseer» un momento o la imagen de otra persona.
Lo interesante es plantearse cómo deberíamos acercarnos a las personas de estas comunidades y preguntarnos qué podemos hacer para fotografiar con respeto, sensibilidad y consentimiento. En realidad, es difícil saber cómo deberían ser los acercamientos a este tipo de comunidades porque probablemente no hay una forma demasiado correcta ya que partimos de una base de desigualdad. Esto es así y debemos ser conscientes de ello.
Ukuli Bula o ceremonia del salto del toro
¿Y CÓMO APROXIMARSE CON RESPETO?
Aún sabiendo que partimos de una base de desigualdad, creemos que hay algunos consejos que pueden resultar útiles si queremos acercarnos a las personas de las diferentes comunidades de una manera lo más respetuosa posible y que nos gustaría compartir contigo:
- Guarda la cámara o el móvil al llegar: recuerda que una aldea no es una atracción turística, sino el hogar de una comunidad. Para comenzar la visita con respeto, evita tomar fotos de inmediato. En su lugar, saluda a los habitantes, escucha las explicaciones de los guías locales y trata de comprender su vida, contexto y perspectiva. Al final del recorrido, si es apropiado, puedes pedir permiso para capturar algunos momentos.
- Consentimiento y comunicación: siempre pide permiso antes de tomar una fotografía, incluso si has pagado por visitar la comunidad. Esto demuestra respeto por las personas y su privacidad. Más adelante, profundizaremos en el tema del consentimiento.
- Muestra la fotografía: después de tomar una foto, enséñasela a la persona retratada. Este gesto no solo demuestra respeto, sino que también puede generar un momento de conexión y confianza. En muchas comunidades, especialmente aquellas con menos acceso a la tecnología, ver su propia imagen puede ser una experiencia significativa y apreciada.
- Paga por la fotografía y agradece su tiempo: si la comunidad o la persona solicita una compensación por la fotografía, respétalo y págales de manera justa. Recuerda que su imagen y su tiempo tienen valor.
Mujer de la etnia nyangathom
AUN ASÍ, ¿CÓMO SABER SI EL CONSENTIMIENTO ES LIBRE?
Este es un tema complejo que nos ha llevado a una profunda reflexión antes, durante y después de nuestro viaje al Valle del Omo. Tomar fotografías implica respetar el consentimiento pero, ¿Cómo podemos saber si el consentimiento es realmente libre o si ese consentimiento está condicionado por factores económicos y de poder?
Como mencionamos antes, al visitar distintas comunidades en el Valle del Omo, se paga un precio a la comunidad incluye la posibilidad de tomar fotos. En teoría, no hay restricciones, pero creemos que esto no debería interpretarse como una autorización implícita para fotografiar sin pedir permiso. Cada persona merece que se le pregunte de forma individual si acepta ser fotografiada. No es solo una cuestión de formalidad, sino de respeto. Aunque esté permitido y el guía confirme que se pueden hacer fotos, es recomendable pedir permiso de todos modos. Volvemos al tema del consentimiento: ¿dirá que sí porque en el precio pactado le han dicho que podrían tomarle fotos? Posiblemente.
De hecho, algunas miradas lo dicen todo y no hace falta hablar el mismo idioma para entender que alguien no quiere posar o simplemente no desea ser fotografiado. Durante nuestras visitas, alguna vez hemos sentido esa incomodidad, incluso aún habiendo pedido permiso y habiendo intentado actuar con respeto. Esas miradas lo dice todo y cuando haces clic, te invade el arrepentimiento, sabiendo que esa foto no ha sido un gesto de conexión, sino un acto impuesto por la situación, algo que la otra persona ha aceptado porque no le ha quedado más remedio.
Personalmente, nos ha resultado difícil tomar fotografías sin cuestionar estas realidades y en cierto modo ha habido momentos en los que no hemos podido disfrutar de la fotografía tanto como en otro tipo de viajes. No podemos ignorar la desigualdad de poder que se manifiesta en estos encuentros. Puede ser incómodo reconocerlo, pero es una realidad que merece ser cuestionada. La fotografía no debería ser solo un recuerdo para quien la toma, sino un acto consciente y respetuoso con quienes aparecen en ella.
Mujer etnia karo
¿POR QUÉ ES MÁS FÁCIL FOTOGRAFIAR A NIÑOS QUE ADULTOS O MUJERES QUE HOMBRES?
Es interesante observar cómo el consentimiento varía según el género y la edad y es necesario reflexionar sobre por qué a menudo nos resulta más fácil fotografiar a niños que a adultos, o a mujeres más que a hombres.
Durante las visitas a las comunidades, lo común es encontrar una presencia predominante de mujeres, niños y, en ocasiones, ancianos, mientras que los hombres jóvenes y adultos suelen estar ausentes o ocupados con el ganado. Pero aún así, creemos que nuestra percepción del consentimiento está relacionado con estereotipos sociales y expectativas culturales.
Estas dinámicas de género y edad subrayan cómo el consentimiento puede no ser tan explícito o libre en estas situaciones, ya que hay influencias culturales y sociales que afectan nuestra forma de interactuar con las personas en el contexto de la fotografía. Por lo tanto, cuestionar estas diferencias y reflexionar sobre ellas es fundamental para lograr un consentimiento genuino y respetuoso.
Mujeres karo en la celebración de una boda
ENTONCES, ¿DEBERÍA FOTOGRAFIAR A NIÑOS?
Durante nuestro viaje a Etiopía, el tema de fotografiar a niños fue un tema de gran reflexión. Cuando uno visita cualquier aldea en el Valle del Omo, se encuentra rodeado por muchos niños y niñas, que quieren captar tu atención a toda cosa, te piden caramelos, camisetas o dinero, porque saben que todo tiene un precio. Y por supuesto, también te piden fotografías. A veces disfrutan viéndose en la cámara, se colocan frente a tu objetivo, se ríen al verse y te lo piden con entusiasmo, pero otras veces exigen dinero a cambio.
Personalmente, nos resultaba incómodo y difícil tomar fotos cuando había niños o niñas involucrados. A veces, los guías, como el de la aldea konso, nos indicaban que no se podía fotografiar a las personas adultas sin pedir permiso, pero que a los niños no había problema. ¿Cómo es eso? ¿Por qué esa diferencia? Aquí volvemos a la cuestión del consentimiento.
Mercado de ganado
Los niños son menores de edad, y su derecho a la imagen y a la intimidad debe ser respetado y protegido, tal como se hace en cualquier parte del mundo. ¿Te imaginas que alguien fotografiara a tu hijo o a tu sobrina mientras juega en un parque o en la playa? ¡Sería denunciable! De la misma manera que en los países occidentales necesitamos la autorización de los padres o tutores para fotografiar a menores, ¿por qué ignoramos este consentimiento cuando se trata de niños racializados y de bajos recursos en países del mal llamado «tercer mundo»? Tus ganas de capturar una imagen «exótica» o llamativa no justifican la cosificación de ninguna persona, mucho menos de un menor. Las personas, tanto adultos como niños, no son parte del decorado de tu viaje.
Obviamente, somos las primeras en equivocarnos y no pretendemos ser ejemplo de nada. Eso sí, creemos que es importante reflexionar y a veces nos ayuda hacernos esta pregunta: ¿Tomaría esta foto en una ciudad europea? Si la respuesta es no, aunque te cueste dejar pasar esa escena, guarda la cámara o el móvil y conserva la imagen en tu memoria.
¿UNA ALTERNATIVA?
Hacer fotografías en el Valle del Omo a menudo deja la sensación de que no se puede agradecer lo suficiente a la persona por haberte permitido capturar su imagen. Nosotras solemos viajar siempre con una cámara de fotos instantánea Fujifilm y siempre llevamos varios carretes. Esta cámara nos permite compartir momentos inolvidables con las personas y, además, al entregar una foto impresa, les devolvemos algo de lo que hemos recibido. Es nuestra forma de compartir el momento con esas personas y mostrarles nuestro agradecimiento por su tiempo de una forma tangible.