Viajar a Egipto sin conocer brevemente su historia y algunos aspectos importantes sobre sus creencias no te va a permitir comprender y disfrutar igual del legado arqueológico de Egipto. Por este motivo, y porque Sara es egiptóloga, queremos contarte la historia del antiguo Egipto de la forma más breve posible.

 

CONSIDERACIONES PREVIAS

Antes de comenzar a contaros brevemente  la historia de Egipto, nos gustaría empezar explicando algunos aspectos esenciales que debes saber antes de comenzar con la historia propiamente dicha y que están relacionadas con la geografía física, simbólica y política de Egipto y con la periodización de la historia egipcia.

Geografía física, simbólica y política de Egipto

La importancia de la geografía física, política y simbólica es algo imprescindible para entender la civilización egipcia. Egipto es un don del Nilo, como dijo Hecateo de Mileto en una frase hecha celebré después por Heródoto (Historias II, 5). El territorio del antiguo Egipto estaba constituido por el delta y el valle del río Nilo, esto es, una franja estrecha y fértil de unos 60 kilómetros de ancho y unos 1.200 kilómetros de largo. El Nilo es uno de los mayores cursos fluviales del mundo y es el resultado de la suma de varios ríos:

  • Nilo Blanco nace en el río Kagera (Burundi) y tiene como fuente principal el Lago Victoria (Uganda). Es el que mantiene el flujo constante de agua a lo largo de todo el año por las lluvias de la región ecuatorial.
  • Nilo Azul nace en las montañas de Etiopía y es el responsable de la inundación anual así como de los sedimentos que la acompañan.
  • El río Atbara es un afluente que se une al Nilo entre la Sexta y Quinta Catarata y que también nace en Etiopía.

Esta franja estrecha y fértil que es el territorio del antiguo Egipto está flanqueada por desiertos, que se han considerado como una barrera que ayudó a su aislamiento y protección. 

Así, la civilización egipcia nació y creció junto al río Nilo. Cada año las aguas de la crecida anual, que se producía en las montañas de Etiopía, llenaban de sedimentos la llanura adyacente al desbordarse el río. De esta forma esa tierra se volvía totalmente fértil y permitió la vida a orillas del Nilo. La inundación se repetía con regularidad cada año y marcaba el calendario egipcio, que comenzaba con la estación akhet (la inundación), a la que le seguía peret (la siembra o literalmente “la salida”), y después shemu (la sequía, la época de la cosecha).

La influencia del medio geográfico es evidente y los antiguos egipcios denominaban a su país Kemet o la tierra negra, por el color del limo que quedaba depositado a orillas del Nilo tras la inundación. Así, Egipto era la tierra fértil del delta y el valle. El resto era la zona desértica que en egipcio se denomina Djeseret o la tierra roja. En Egiptología se suele traducir el término Kemet como Egipto, aunque hay otras denominaciones que empleaban los egipcios para referirse a su tierra, como “Ta-meri” (tierra amada) y “Tauy” (las Dos Tierras).

Llegados a este punto es esencial que hablemos del concepto de dualidad, sin el cual no se puede entender la civilización egipcia. Según el principio de dualidad todo ente dotado de realidad y de sustancia está conformado por dos polos opuestos complementarios. Por eso, el Estado egipcio está formado por dos mitades complementarias, el Alto y el Bajo Egipto, a cada una de las cuales se les fue asociando una serie de dioses tutelares y de símbolos heráldicos:

  • Algunos símbolos del Alto Egipto fueron la corona blanca, la flor de loto y el junco. Los dioses tutelares eran el dios Set y la diosa buitre Nekhbet y su capital simbólica era la ciudad de Nekhen o Hieracómpolis.
  • Los símbolos del Bajo Egipto fueron la corona roja, la planta de papiro y la abeja. Los dioses tutelares eran Horus y la diosa cobra Uadjet y la capital simbólica fue Pe o Buto.

Simbólica y políticamente Egipto se divide en dos mitades: el Alto y el Bajo Egipto. A nivel político, cada una de estas mitades se divide en “provincias”, que se conocen con el nombre griego de nomos. De manera general podemos decir que el Alto Egipto tenía 22 nomos y el Bajo Egipto contaba con 20 nomos, aunque a veces estos números varían a lo largo de la historia. La división en nomos tenía, en origen, la función de optimizar de forma artificial los beneficios de la inundación anual, aunque más tarde también tuvo un sentido administrativo y judicial.

Cada nomo tenía su capital, su divinidad tutelar, cuyo templo se erigía en la capital, y era gobernado por un nomarca o gobernador. En el Bajo Egipto algunas ciudades fueron capitales en algunos momentos de la historia egipcia como Menfis, capital durante el Reino Antiguo; Avaris, capital hicsa durante el Segundo Periodo Intermedio; Piramses, capital durante el final del Reino Nuevo; Tanis, Bubastis y Sais, capitales durante el Tercer Periodo Intermedio. También destacan otras ciudades como sedes de importantes cultos religiosos, como Heliópolis, sede del culto al dios sol Ra o Pe o Buto, sede del culto a la diosa cobra Uadjet.

En el Alto Egipto las siguientes ciudades fueron capitales en algún momento de la historia egipcia: Nekhen o Hieracómpolis, capital durante el Predinástico; Heracleópolis, capital durante el Primer Periodo Intermedio; Tebas, la capital durante la Dinastía XI y el Reino Nuevo y Akhenaton, capital durante el reinado de Akhenaton. También destacan Hermopolis, sede del culto al dios Toth, Neheh o El Kab, sede del culto a la diosa buitre Nekhbet, Abidos, sede de culto al dios Osiris, Edfú, donde se rendía culto a Horus o Elefantina, que albergaba el templo del dios Khnum.

La periodización de la historia de Egipto

De manera muy resumida nos gustaría contarte que es importante tener en cuenta que establecer una cronología egipcia es tarea muy compleja. Existen varios aspectos a tener en cuenta:

  • Establecer una cronología en los periodos prehistóricos y protohistóricos es complejo.
  • La civilización egipcia fue extremadamente longeva. Son tres milenios de historia en los que se suceden períodos de gran esplendor y estabilidad con otros periodos de menor estabilidad, dinastías paralelas, etc. Todo hace que de algunos reyes tengamos muchísima información y muchos monumentos erigidos en su honor y que de otros apenas haya mención.
  • La manera de numerar los años de reinado de los reyes en el antiguo Egipto hace más difícil la datación. Para los antiguos egipcios cada año nuevo de reinado suponía una renovación del ciclo y el reinado de cada soberano comenzaba en el año 1. Así no podemos saber la fecha exacta del acceso al trono de determinado rey, sino que sólo conocemos los años totales de su reinado, que pueden variar si hay nuevos descubrimientos arqueológicos.

Además, los egipcios no concebían el pasado como lo concebimos nosotros, es decir, en términos “históricos”, por lo que los testimonios escritos que podemos considerar como “fuentes históricas”, cuya finalidad fuera dejar constancia de unos hechos importantes, no lo fueron para ellos.

Aun así, contamos con algunas listas reales, que son sucesiones de nombres de reyes, en ocasiones en desorden o modificadas para no incluir a los monarcas considerados usurpadores. Son recopilaciones destinadas al culto real: la escena completa consiste en la figura del rey adorando a sus predecesores en el trono, representados en forma de una lista de reyes. Por orden cronológico las más importantes son:

  • Las Listas reales tinitas recogidas en sellos cerámicos, vasos de piedra o estatuillas y que recogen de forma completa o parcial los nombres de los reyes de las Dinastías I y II.
  • Los anales de Piedra de Palermo y la Piedra del Cairo contienen información de los reyes de los reyes de las primeras dinastías y el Reino Antiguo.
  • La Lista Real de Abidos es un bajorrelieve con 76 cartuchos de reyes grabados en un muro del templo de Seti I (Dinastía XIX) en Abidos.
  • El Papiro Real de Turín lo forman los fragmentos de un papiro con un texto redactado en escritura hierática que data posiblemente de la época de Ramsés II (Dinastía XIX). Es la lista real más completa, aunque es un rompecabezas por los desperfectos sufridos durante su primer traslado.
  • La Lista de Manetón es un documento de gran importancia en Egiptología. Manetón era sacerdote egipcio de la Época Ptolemaica (siglo III a. C.) que redactó una historia de Egipto, la Aegyptiaka, perdiéndose el original y de la que solo conocemos compilaciones de autores posteriores. La principal influencia de esta lista a la egiptología moderna es la división de los reyes de Egipto en dinastías, algo completamente alejado del modo de pensar egipcio, pero que es un estándar para los egiptólogos.

Teniendo en cuenta estos aspectos y siguiendo la división cronológica de Manetón el desarrollo de la civilización egipcia se divide en 30 dinastías:

  • Época Tinita (Dinastías I-II)
  • Reino Antiguo (Dinastías III-VI)
  • Primer Periodo Intermedio (Dinastías VII-X)
  • Reino Medio (Dinastías XI-XIII)
  • Segundo Periodo Intermedio (Dinastías XIV-XVII)
  • Reino Nuevo (Dinastías  XVIII-XX)
  • Tercer Periodo Intermedio (Dinastías  XXI-XXIV)
  • Baja Época (Dinastías XXV-XXX)

De manera muy resumida, nos gustaría aclarar que explicaremos brevemente los periodos anteriores a la Época Tinita y posteriores a la Baja Época, por considerarse momentos esenciales para, en el primero de los casos comprender el proceso de unificación y, en el segundo de los casos, el final de la civilización egipcia.

 

HISTORIA DEL ANTIGUO EGIPTO

El Predinástico (4000-2900 a. C.)

Es la etapa de la historia egipcia previa a las primeras dinastías y abarca el IV milenio. En estos momentos las culturas del Alto Egipto toman la iniciativa cultural y será de ellas de donde surge la monarquía egipcia y las primeras dinastías. La principal cultura del Predinástico en el Alto es la cultura de Nagada (cuyo principal yacimiento es Nagada) y que se divide en tres etapas que vamos a resumir brevemente:

Nagada I (4000-3500 a. C.): se caracteriza por la cerámica roja decorada con figuras blancas, cuyos motivos decorativos recuerdan al arte rupestre-nilótico; las paletas cosméticas de uso cotidiano o votivo; las cabezas de mazas discoides como símbolos de poder y las estatuillas de personajes barbados que representan las primeras formas de jefatura. En este sentido cabe destacar que una de las prerrogativas reales del rey egipcio en tiempos dinásticos sería, precisamente, la barba postiza. Las casas y tumbas tienen plantas circulares y en las tumbas se comienza a documentar una incipiente diferenciación, por lo que posiblemente estás comunidades estuvieron gobernadas por élites.

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Cerámica característica de Nagada I

Nagada II (3500-3300 a. C.): se caracteriza por la cerámica con fondo de color ocre y pintada en rojo y marrón, con motivos decorativos similares a la etapa anterior; paletas cosméticas decoradas; la maza piriforme como símbolo de poder; y las tumbas y las casas adquieren planta rectangular. Ahora se puede hablar de tres núcleos «proto-estatales»: Hieracómpolis, Nagada y Tinis-Abidos. En Hieracómpolis destaca la famosa tumba 100, que posiblemente pertenezca a uno de esos primeros «reyes» del «proto-reino» de Hieracómpolis.

Nagada III (3300-3100 a. C.): en esta fase todo Egipto está culturalmente unificado y ahora comienza la unificación política. ¿Qué quiere decir culturalmente unificado? Pues que en el Bajo Egipto, ya desde Nagada II, se empieza a sustituir la cultura material autóctona por la del Alto Egipto, pero sin que se documenten procesos de destrucción o de conquista. Es por eso que muchos dioses o símbolos del Bajo Egipto fueron originarios del Alto Egipto pero que ahora fueron “repartidos” entre las dos Tierras.

En este período de Nagada III los reyes abandonan Hieracómpolis y se establecen en Tinis-Abidos. En la necrópolis de Abidos encontramos una tumba de gran importancia: la tumba U-j. Aquí se han encontrado unas etiquetas donde está documentada la evidencia más antigua de escritura egipcia. Estas etiquetas se pueden ver en el Museo de la civilización egipcia en el Cairo.

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Etiquetas de la tumba U-j

Los reyes de Tinis-Abidos integran la Dinastía 0 y comienzan la conquista del delta. Solo conocemos los nombres de los 3 últimos reyes: Irihor, Ka y Escorpión. A Escorpión le sucede Narmer, también conocido como Menes, que completa la unificación y es el primer rey de la dinastía I. Pero a pesar de no conocer mucho sobre estos reyes, la conquista de los reyes de la Dinastía 0 ha quedado reflejada en los llamados documentos de la unificación, que son grandes paletas o cabeza de maza votivas decoradas donde aparecen representaciones del arquetipo del rey imponiendo el orden del universo a través de la guerra o el ritual. Destacan, por ejemplo, el cuchillo de Djebel-Arak, la Paleta de la Caza, la Paleta de los Dos Perros y la Cabeza de maza del rey Escorpión, entre otros. Sin embargo, el más relevante de estos documentos de la unificación es la Paleta de Narmer, que se encuentra en el Museo Egipcio del Cairo, y que documenta la culminación del proceso de unificación y el establecimiento de un orden nuevo (estado dual).

Época Tinita: Dinastías I-II (2900-2593 a. C.)

Las primeras dinastías egipcias reciben el nombre de tinitas porque los reyes que unificaron el Alto y el Bajo Egipto procedían del nomo Tinis-Abidos en el Alto Egipto. Durante este periodo de la historia egipcia se conciben, organizan y se sientan las bases del estado dual que hemos explicado con anterioridad. 

Narmer fue el primer rey tras la unificación de Egipto y su reinado tiene este carácter fundacional y de ruptura con respecto a lo anterior, que queda patente en la instauración del Estado dual. En la famosísima Paleta de Narmer, actualmente en el Museo Egipcio de El Cairo, el rey aparece por primera vez con la corona roja y blanca del Alto y el Bajo Egipto. Durante la Dinastía I aparecen también los dos títulos duales (el de nebty y el de nesut-bity) y el símbolo del sema-tauy o “la unión de las Dos Tierras”, que alude a una de las ceremonias de coronación y que representa una planta de papiro (Bajo Egipto) y un junco (Alto Egipto) atados al signo jeroglífico con el que se escribe el verbo egipcio “unir” (sma).

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Símbolo del sema-tauy

Como ya te hemos contado, los reyes que unificaron Egipto procedían del nomo Tinis-Abidos en el Alto Egipto, pero enseguida se abandonó esta localidad como capital para trasladarla al norte. Así se fundó Menfis, la nueva capital, cuyo emplazamiento tiene, por un lado, una gran importancia estratégica porque la ciudad está en el vértice del Delta y, por otro lado, una gran importancia simbólica, ya que es la “Mitad de las Dos Tierras”. El dios de la ciudad era Ptah, una divinidad muy importante en el panteón egipcio y que, según la cosmogonía menfita, creó el mundo a través de la palabra. Este mito lo conocemos por una copia tardía en la Estela de Shabaka (Dinastía XXV) que se encuentra hoy en el British Museum.

Durante este período de la historia egipcia los dioses importantes son Ptah, como dios de la ciudad de Menfis y divinidad creadora, Horus y Seth, como dioses tutelares del Alto y el Bajo Egipto respectivamente, pero también tienen gran relevancia los dioses Osiris y Ra, dos dioses de gran relevancia a lo largo de la historia egipcia y muy relacionados con la resurrección en el Más Allá.

Osiris era un dios neolítico-agrario, relacionado con las plantas nutricias y como todos los dioses agrarios, era también el dios de los muertos, pues igual que las semillas se entierran para que crezcan, los muertos se entierran para renacer. Durante la Dinastía 0 el rey difunto ya se identifica con Osiris, mientras que el rey en vida se identifica con su hijo Horus.

Ra es el dios del sol, el dios creador del universo y se hallaba en el cielo. La resurrección no se obtenía por el entierro, sino por la ascensión al cielo. Todas estas ideas empezaron a influir en los reyes de la Dinastía I ya que la nueva capital Menfis, se hallaba muy cerca de Heliópolis, ciudad donde se rendía culto a Ra.

Durante la Dinastía I los reyes se entierran en dos lugares en Egipto: en Abidos, un enterramiento más ligado al ritual osiríaco, y en Saqqara, un enterramiento inspirado en las doctrinas solares. Parece que en Saqqara fueron cenotafios y marcas de poder real en la zona de Menfis. Sin embargo, esto cambia durante la Dinastía II ya que los reyes solo se entierran en Saqqara y abandonan la necrópolis de Abidos (a excepción del último rey de la Dinastía II que se enterró en Abidos).

Reino Antiguo: Dinastías III- VI (2592-2120 a. C.)

Durante el Reino Antiguo se consolidó el sistema político, cultural y religioso surgido en el período Predinástico y la Época Tinita. El rey ostenta el poder político y gobierna en todo Egipto, gracias a que se establece un estado centralizado, con un cuerpo de funcionarios presididos por el visir que hacen que el Reino Antiguo sea una etapa estable a nivel político. Pero además, el rey era la encarnación del dios Horus en la tierra y durante este periodo comienza y culmina la solarización de la monarquía, por la cual el rey es hijo del dios Ra y cuyo máximo exponente son las pirámides de Egipto. Por eso, durante las Dinastía III y IV aparecen los títulos solares: el de “Re-nebu” o “Ra de oro”; el de “Heru-nebu” o “Horus de oro” y el de “Sa-Ra” o “Hijo de Ra”. Es también ahora cuando los nombres de los reyes correspondientes a títulos de “Rey del Alto y Bajo Egipto”, que habían aparecido en Época Tinita, comienzan a escribirse dentro de cartuchos, que no son otra cosa que la órbita descrita por el sol.

Dinastía III

El primer rey de la Dinastía III es Netjerkhet, al que seguramente conozcas por su nombre en griego: Djeser. Aquí siempre nos referimos a los reyes por sus nombres egipcios. Durante su reinado se produce uno de los hitos más significativos de la historia egipcia: la construcción de la primera pirámide de Egipto, que supuso una gran revolución arquitectónica y simbólica. Netjerkhet manda construir su tumba en Saqqara e Imhotep va a ser el arquitecto encargado de su construcción.

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Pirámide escalonada de Netjerhet en Saqqara

Imhotep, que más tarde fue deificado, quiso crear un monumento que se elevara hacia el cielo como una escalera gigantesca que simboliza la ascensión del rey del mundo terrenal hacia el cielo, donde está el dios sol Ra. Ahora el destino de ultratumba solar era exclusivo del rey y por eso las tumbas de los reyes del Reino Antiguo fueron pirámides. Pero además, la famosa pirámide escalonada de Netjerkhet, que se puede visitar en Saqqara, forma parte de un conjunto funerario de gran importancia que está vinculado al Heb-Sed, el aniversario del reinado del rey que simbolizaba el renacimiento del rey.

Los sucesores de Netjerkhet también construyeron pirámides, pero ninguno completó un recinto tan importante como el de su predecesor. Es un unicum en la historia de la arquitectura egipcia y de ahí la importancia de visitar este complejo cuando viajes a Egipto.

Dinastía IV

La dinastía IV comienza con el reinado de Snofru, donde se completó el proceso de solarización y también se construyó la primera pirámide de caras lisas de Egipto. Snofru completó la pirámide de su padre Huni en Meidum, que pasó de ser una pirámide escalonada a ser la primera pirámide de caras lisas de la historia. Sin embargo, las paredes exteriores de esta pirámide se derrumbaron en la Antigüedad  y por eso hoy solo se puede ver es la estructura interior. Además, Snofru construyó dos complejos piramidales en Dashur: la pirámide romboidal y la pirámide roja. En la pirámide romboidal las caras están conformadas con dos pendientes, de inclinación decreciente en dirección a la cumbre. La pirámide roja es la tercera pirámide más grande de Egipto y su nombre viene dado por el color rojo de sus bloques de piedra, aunque cuando fue construida estuvo recubierta de bloques de piedra caliza.

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Pirámide de Meidum

Los sucesores de Snofru son algunos de los reyes más conocidos de la historia egipcia ya que a ellos pertenecen las famosísimas pirámides de Giza. Aquí les nombraremos por sus nombres egipcios Khufu, Khafre y Menkaure, aunque probablemente los conocéis por sus nombres griegos Keops, Kefren y Micerinos. Estos reyes de la Dinastía IV alcanzaron el cenit del Reino Antiguo, lo que queda plasmado en la construcción de las pirámides de Giza. La más grande es la gran pirámide de Khufu, de 146 metros de altura y para la que fueron necesarios 2.300.000 bloques de piedra de 2,5 toneladas cada uno.

Después de la muerte de Keops es posible que surgieran disputas sucesorias entre sus hijos Dyedefra y Kaefra y finalmente accede al trono Kaefra, quién construye la segunda de las pirámides de Giza y la famosa Esfinge. Menkaure sucede a Kaefra y se construyó la más pequeña de las tres con sus 62 metros de altura. Paradójicamente la información que tenemos de estos reyes procede de sus complejos funerarios, ya que las fuentes apenas nos dicen nada de lo acontecido en sus reinados. Si quieres conocer más sobre las pirámides de Egipto, puedes leer este post.

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Las pirámides de Giza

Dinastía V

Los primeros reyes de la Dinastía V son Userkaf, Sahure y Neferirkara, cuyo mágico y legendario nacimiento está descrito en el cuento del Papiro Westcar, conservado en el Museo Egipcio de Berlín. Según este relato estos tres reyes eran hijos carnales del dios solar Ra, lo que explica la estrecha relación que existe en estos momentos entre los reyes y el clero de Heliópolis.

Estos reyes se enterraron en Saqqara y en Abusir y los complejos funerarios siguen el esquema de sus predecesores, aunque las pirámides son más modestas. Lo más destacable es que al final de esta dinastía aparecen los Textos de las Pirámides, que son textos rituales que garantizan la resurrección del rey y que se esculpieron en el interior de la pirámide. Estos textos aparecen documentados por primera vez en la pirámide del rey Unas. Los Textos de las Pirámides ponen de manifiesto que había dos destinos de ultratumba: el solar y celeste reservado única y exclusivamente al rey, que ascendía al cielo para unirse a su padre el dios Ra; y el terrestre y osiríaco que era el destino de los súbditos. Pero además, solo el rey (y no los súbditos) se identifica con Osiris. Todo esto cambiará más adelante y hablaremos de ello.

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Textos de las Pirámides de Teti

Durante esta dinastía se llevaron a cabo algunas reformas que debilitaron el poder del rey y del gobierno central, el rey comenzó a depender de la casta sacerdotal que ganó poder e influencia; hubo disputas entre algunos nomarcas poderosos y surgieron hambrunas. Todo ello se acentuará en los años siguientes conduciendo al final del Reino Antiguo.

Dinastía VI

La Dinastía VI la forman, principalmente Teti, Pepi I, Merenre y Pepi II, aunque al final de la dinastía se produce una grave crisis política y se sabe que los efímeros sucesores de Pepi II fueron una mujer (Nitocris) y un niño. Los primeros cuatro reyes de la Dinastía VI se enterraron en Saqqara y sus pirámides están inscritas con Textos de las Pirámides. De hecho, en la visita a Saqqara se puede entrar en la pirámide de Teti.

Durante esta época se observa un aumento de la importancia, riqueza y capacidad de los gobernadores locales, que ya habían comenzado a adquirir gran poder e influencia en la dinastía anterior. Estos altos funcionarios se hacen enterrar en tumbas en las necrópolis de los nomos, que aparecen en este momento. Están ricamente decoradas y algunas están inscritas con biografías que nos narran aquellos asuntos, siempre arquetípicos, que las fuentes regias no nos cuentan. Así, además de contar hechos anecdóticos, como en la la biografía de Herkhuf en Qubbet el-Hawa, donde se nos cuenta cómo este noble anuncia que trae un enano danzarín a Pepi II, también encontramos información sobre ataque a expediciones egipcias por beduinos asiáticos y nubios.

La crisis política que se produce al final del reinado de Pepi II, el reinado más largo conocido de la historia (94 años), condujo al Primer Periodo Intermedio, una época de fuerte descentralización política.

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Detalle de la escultura de Pepi II con su madre en el Brooklyn Museum en Nueva York

Primer Período Intermedio: Dinastías VII-XIin (2118-1980 a. C.)

El Primer Período Intermedio fue una época de desestabilidad política. Las dinastías VII y VIII son de Menfis, pero tan solo conocemos los nombres de sus reyes, sin que haya muchas veces más testimonios que sus nombres.

Tras la desaparición de estas dinastías, el nomarca de Heracleópolis se proclama rey e insegura las Dinastías IX y X Heracleopolitanas, que dominan parte del Alto Egipto, expulsan a los asiáticos del delta e imponen su dominio en esta zona.

En el Alto Egipto destaca también el nomo de Tebas, que hasta entonces no había desempeñado un papel importante en la historia egipcia pero que será una de las ciudades más importantes en los siglos venideros. En la autobiografía de Ankhtifi, un rey heracleopolitano, se nos cuenta cómo fue derrotado por el normarca de Tebas. Uno de esos nomarcas fue Mentuhotep I, que gobernó como soberano independiente e inauguró la Dinastía XI tebana.

Finalmente, tras estas luchas por el poder que aparecen recogidas en algunos documentos como las instrucciones de Merikare, hacía el 2050 a. C. sube al trono Mentuhotep II que lanza una ofensiva contra Heracleópolis y lleva a cabo la reunificación de Egipto, dando comienzo el Reino Medio.

El Primer Período Intermedio es una época de extraordinaria importancia, a pesar de esta decadencia en el plano político. Destaca el gran florecimiento literario, con textos doctrinales o didácticos, que muestran el gran cambio social, como las Lamentaciones de Ipuur o la Profecía de Neferi. Además, desde el punto de vista religioso y funerario el Primer Periodo Intermedio es una etapa de gran importancia. Ahora, los dos destinos de ultratumba (solar y osiríaco) que habían sido opuestos y excluyentes, se hacen compatibles y complementarios. Ahora todos los difuntos (y no solo el rey) se identifican con el dios Osiris y, además, comparten un más allá único, que tiene un carácter terrestre (Osiris) y celeste o solar (Ra). Así aparece un forma nocturna y muerta del dios Sol, que realiza un viaje nocturno por el mundo inferior, sorteando los peligros y resucitando en el nuevo día.

En este momento, los Textos de las Pirámides son sustituidos por los Textos de los Ataúdes, que ya no son textos regios que garantizan la resurrección del rey, sino que están al alcance de los súbditos. Los Textos de los Ataúdes están inscritos en los ataúdes y se documentan en todo el país, por lo que es un corpus de textos religiosos que incorpora tradiciones y doctrinas religiosas diversas.

Reino Medio: Dinastías XIex-XII (1980-1760 a. C.)

El Reino Medio es un periodo de gran prosperidad económica y también de expansión hacia el exterior, aunque quizás uno de los hitos más importantes de este período es la relevancia que comenzó a tener el dios Amón. Hasta la Dinastía XI la divinidad principal de Tebas había sido Montu, el dios guerrero halcón. Sin embargo, a partir de la Dinastía XII el dios Amón, cuyo nombre significa «el oculto», se convierte en la principal divinidad de Tebas y en los siglos venideros se convertirá en una de las divinidades más importantes del panteón egipcio. De hecho, es ahora es cuando comienza la construcción del famoso templo de Amón en Karnak, aunque hoy queda muy poco de este emplazamiento original.

Durante el Reino Medio el culto de Osiris experimentó un gran florecimiento y, como ahora ya todos los difuntos se identificaban con Osiris, el deseo de todo egipcio era enterrarse en Abidos, principal centro de culto del dios porque allí estaba su “tumba”. 

Dinastía XIex

Mentuhotep II es el fundador del Reino Medio y bajo su reinado se llevó a cabo la reunificación de Egipto, sometiendo a los últimos opositores y apaciguando a todo el país. Este rey estableció la capital en Tebas (la actual Luxor), restableció el puesto de visir, creó un cargo de “gobernador del norte” e impuso unos controladores tebanos en los diversos nomos, pero especialmente en Heracleópolis.

Nos gustaría contarte que este rey construyó un complejo funerario en Deir el-Bahari, en la necrópolis tebana que aprovecha el circo rocoso que hace la montaña tebana en este lugar y que seguramente te suene porque, a su lado, está el templo de la reina Hatshepsut, que se inspiró en el complejo funerario de Mentuhotep II para la construcción del suyo. Si te asomas por la parte izquierda del templo de Hatshepsut, puedes ver los restos del templo de Mentuhotep II.

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Templo de Hatshepsut y Mentuhotep II en Deir el-Bahari

Este templo evidencia que las creencias funerarias habían cambiado y encontramos algunos elementos que nos recuerdan a los complejos funerarios piramidales del Reino Antiguo, pero ahora la tumba del rey era un hipogeo, estaba excavada en la roca (que es como serán las tumbas reales en el Reino Nuevo). Los sucesores de Mentuhotep II tuvieron reinados breves y la dinastía se extinguió rápidamente.

Dinastía XII

Con la Dinastía XII el Reino Medio alcanza su apogeo político, económico y cultural. Fue fundada por Amenemhat I que trasladó la capital a Iti-tauy, en el norte del país. De hecho, los reyes de esta dinastía se hicieron construir algunas pirámides en esta zona, pero hoy quedan pocos restos. La diferencia con las pirámides del Reino Antiguo es que ahora las pirámides fueron construidas con núcleos de adobe y revestimiento de piedra caliza blanca de Tura. Por eso, cuando desapareció este revestimiento, los núcleos de adobe quedaron a la intemperie y expuestos a la acción destructiva de los fenómenos atmosféricos y humanos.

Sus sucesores fueron Sesostris I y Amenemhat II de los que apenas tenemos testimonios. Cabe destacar que mucha de la actividad constructora de estos reyes de la Dinastía XII no ha llegado a nosotros porque fue desmontada y reaprovechada como material de construcción durante el Reino Nuevo. Es el caso de la capilla blanca de Sesostris I en Karnak, que se ha reconstruido y ahora se puede ver en el Museo al Aire Libre de Karnak.

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Estatua de Sesostris I hallada en Karnak (hoy en el Museo de Luxor)

Durante el reinado de Sesostris II se empieza a cultivar la zona del Fayum y traslada la necrópolis real a Ilahun, donde fundó una ciudad para los trabajadores de la pirámide y donde se construye su pirámide. Le sucede Sesostris III, que lleva a cabo una intensa política militar en Nubia y reorganiza la administración. Su sucesor fue Amenemhat III y ahora el Reino Medio alcanza su máximo esplendor. Este rey construyó una pirámide en Hawara que es descrita por Estrabón en el siglo I d. C. como “un laberinto de pasillos y estancias”. Tras su reinado se suceden en el trono Amenhotep IV y una mujer, Nefrusobek y con ella termina la dinastía.

Segundo Período Intermedio: Dinastías XIII-XVII (1759-1539 a. C.)

El Segundo Periodo Intermedio vuelve a ser un periodo de descentralización política y ahora se suceden unos reyes a otros tras breves reinados, de los que en muchas ocasiones solo conocemos el nombre (Dinastías XIII y XIV). Durante la Dinastía XII los hicsos (príncipes asiáticos) habían ido llegando a Egipto y se habían establecido en el país. Ante el vacío de poder real en el norte del país, cuando se sintieron poderosos y organizados, fundaron la Dinastía XV y se proclamaron reyes. Su capital fue Avaris y poco a poco fueron controlando y gobernando el delta y en el Egipto Medio. 

En el sur del país y mientras se afianzaba el poder de los hicsos, surge la Dinastía XVII  tebana, cuyos dominios se extendían desde Elefantina a Abidos y cuyos reyes están enterrados en la necrópolis tebana de Dra Abu el Naga.

Hacia 1630 a. C. desaparecen las Dinastías XIII y XIV y se incorporan al dominio hicso, con lo que tenemos el norte de Egipto controlado por estos príncipes extranjeros y el sur de Egipto gobernado por la dinastía egipcia de origen tebano. Pronto surgen los conflictos entre el rey de los hicsos Apofis I y el rey tebano Seqenenre Taa II, cuya momia en el Museo de la Civilización Egipcia muestra una gran herida en el cráneo. A este rey tebano le sucede su hijo Kamose que lleva varias campañas contra los hicsos y llega hasta el delta oriental, cerca de la capital hicsa Avaris. El final de la guerra tiene como protagonistas a Apofis II y a Amosis, hijo de Kamose, que toma Avaris y consigue expulsar a los hicsos de Egipto y reunificar el país.

Reino Nuevo: Dinastías XVIII-XX (1539-1077 a. C.)

El Reino Nuevo se inicia tras la expulsión de los hicsos y la reunificación de Egipto y es un período de gran expansión exterior hacia Asia y hacia Nubia. En los siglos anteriores las relaciones de Egipto tanto en Asia como en Nubia habían sido relaciones comerciales pacíficas o habían controlado de forma más o menos intensa algunos territorios sin anexionarlos. Sin embargo, durante el Reino Nuevo se impone una política de expansión y conquista.

Durante esta etapa el dios dinástico de los reyes será Amón, junto a su consorte Mut y su hijo Khonsu, que forman la tríada tebana. Los templos de Amón, Mut y Khonsu en Karnak constituyen el complejo cultual más importante y monumental de Egipto y todos los reyes del Reino Nuevo edificaron o dejaron sus nombre en Karnak. Durante este periodo la divinidad solar Ra, que había sido de gran importancia durante el Reino Antiguo, se sincretiza con Amón y esto da lugar a la nueva divinidad compuesta: Amón-Ra. Tan importante es esta divinidad que los sumos sacerdotes de Amón tienen gran poder e influencia política, tanto es así que ese poder acumulado por los sumos sacerdotes de Amón debilitaron el poder real y, al final del Reino Nuevo, Egipto vuelve a vivir una época de división política, conocido como el Tercer Periodo Intermedio.

Durante este época las tumbas de los reyes cuentan con dos elementos que ya no se encuentran cerca, como pasaba en los complejos piramidales. Ahora tenemos, por un lado, las tumbas que están excavadas en la roca, en el Valle de los Reyes, en una zona no visible desde la zona cultivada y situada en dirección al oeste. Por el otro lado y unido a la tumba por un eje imaginario este-oeste están los templos funerarios o de millones de años, situados en la zona cultivable, bien visible y al que se accedía por un canal que procedía del Nilo.

Aunque los destinos de ultratumba del rey y los súbditos sigue siendo el mismo, ahora surgen nuevos corpora de textos funerarios reservados exclusivamente a los reyes, como las Letanías de Ra, el Libro de los Dos Caminos o el Libro de las Puertas, entre otros, La antigua tradición de los Textos de las Pirámides y los Textos de los Ataúdes desemboco en el conocido Libro de los Muertos, cuyas fórmulas se encuentran tanto inscritas en las tumbas reales, como en papiros depositados en tumbas privadas.

Dinastía XVIII

Amosis fue el fundador de la Dinastía XVIII, estableció la capital el Tebas y durante su reinado pudo restaurar el sistema político anterior a la conquista hicsa, así como proteger las fronteras con numerosas fortalezas. Le sucedió Amenhotep I, que empieza la organización administrativa de Nubia y, además, crea la ciudad de Deir el-Medina, donde vivieron los artesanos que construyeron las tumbas reales del Reino Nuevo aunque el emplazamiento de la tumba de este rey es desconocido. Tutmosis I es el sucesor de Amenhotep I y de su reinado destacan las campañas en Nubia y en Próximo Oriente. Además, Tutmosis I inaugura la necrópolis del Valle de los Reyes, siendo el primer rey en construir allí una tumba (KV 20).

Su sucesor fue Tutmosis II, cuyo reinado fue breve ya que murió a una edad muy temprana. Le sucedió su hijo Tutmosis III pero debido a su corta edad, Hatshepsut, que había sido la esposa de Tutmosis II, se proclamó regente. A los 2 o 3 años Hatshepsut se proclamó rey de Egipto, adoptando la titulatura de los reyes, asumiendo el arquetipo regio masculino (por eso se la representa como un hombre y con los símbolos de la realeza, barba postiza incluida). Es un caso único en la historia de Egipto, esta “masculinización” de Hatshepsut, ya que para que una mujer quisiera ser rey debía asumir el arquetipo masculino regio. En su templo de Deir el-Bahari hay una serie de relieves donde se documenta el primer ciclo de nacimiento divino íntegro que se conserva. Aquí, la reina nos cuenta cómo Amón es su padre para así legitimar su posición como gobernante de Egipto.

Hacia el año 1460 a. C. alcanza el poder Tutmosis III, cuyo reinado se caracterizó por una intensa actividad militar, especialmente en el Próximo Oriente. Estas campañas están recogidas en los Anales de Tutmosis III, esculpidos en el templo de Karnak. Su tumba (KV 34) es una de nuestras favoritas y te invitamos a visitarla si está abierta.

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Relieve de Tutmosis III (hoy en el Museo de Luxor)

Amenhotep II también llevó a cabo campañas en Asia para sofocar las rebeliones que habían empezado en el reinado de su predecesor y durante el reinado de Tutmosis IV se alcanzó un acuerdo con el rey de Mitanni debido a que el Imperio Hitita suponía un peligro para Egipto y Mitanni. Así Tutmosis IV se casó con la hija del rey de Mitanni y según este pacto los egipcios conservaban Palestina y la costa mediterránea y cedían el norte de Siria a Mitanni.

Amenhotep III fue un rey pacifico y se preocupó más por la política interior. En Asia y Nubia se limitó a administrar las conquistas de sus predecesores. Destacan su templo de millones de años, del que hoy solo se conservan los colosos de Memnón pero que fue el más grande de todos los templos egipcios. También construyó el templo de Luxor, donde también este rey hace representar su nacimiento divino en una de las salas y que no te debes perder en tu visita.

Amenhotep IV, conocido posteriormente como Akhenatón, es el protagonista de una de los episodios más fascinantes de la historia egipcia. Si su nombre no te suena demasiado, quizás conozcas a su célebre Nefertiti, conocida sobre todo por el famoso busto de Nefertiti que se encuentra en el Museo Egipcios de Berlín. Practicó una política religiosa centrada en un único dios: Atón, el disco solar. Es el primer monoteísmo documentado en la historia. Este culto único a Atón le hizo perseguir los demás cultos, especialmente el de Amón, cuyo nombre hizo borrar de los templos. Para llevar a cabo esta política monoteísta trasladó la capital a Akhenatón que significa “el Horizonte de Atón” (actual Tell-Amarna) una ciudad de nueva planta, alejada de Tebas y el clero de Amón.

De este periodo destacan el arte pictórico y escultórico, que se caracteriza por el naturalismo y las actitudes espontáneas, como se ve en este relieve del museo de Berlín donde la pareja real está en una actitud relajada con sus hijas. Además las figuras se reconocen fácilmente por sus cabezas alargadas, rasgos físicos exagerados y cuerpos asexuados.

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Altar casero del Museo Egipcio de Berlín

Este monoteísmo de Akhenatón las anteriores son sin tilde apenas sobrevivió a su reinado. A su muerte, Akehnatón fue enterrado en la necrópolis de Amarna y tras él ocuparon el trono dos soberanos efímeros: Smenkhkare, que gobernó en Amarna y que no se sabe muy bien quien es (algunos investigadores piensan que es Nefertiti) y Tutankhatón, que accede al trono en Amarna con 9 años. Durante su corto y breve reinado, y por influencia del clero de Amón, cambia su nombre por Tutankhamón y se restablece el culto a todos los dioses como queda recogido en el “edicto de la restauración de los cultos” en Karnak. Tutankhamón no fue un rey muy importante en la historia egipcia, pero es el más conocido por el descubrimiento de su tumba (casi) intacta en el Valle de los Reyes el 4 de noviembre de 1922 por Howard Carter y Lord Carnavon.

Los dos últimos reyes de la Dinastía XVIII son Ay, que era el visir durante el reinado de Tutankhamón, y Horemheb, que era un militar y durante su reinado quiso volver a establecer el control egipcio en el sur de Palestina.

Dinastía XIX

La dinastía XIX se inicia con el reinado de Ramsés I, que había sido visir en el reinado de Horemheb, y que inició una nueva línea dinástica. Eso sí, solamente reinó un año y 4 meses. Su sucesor fue Seti I, cuyo reinado se caracterizó por una intensa actividad militar en Asia. Además fue un gran constructor: completó la sala hipóstila de Karnak, edificó el templo de Abidos consagrado a Osiris y se construyó una de las tumbas más hermosas del Valle de los Reyes (KV 17) y que te recomendamos que visites.

Su sucesor fue el conocidísimo Ramsés II, uno de los reyes egipcios más conocidos por que fue un gran constructor; son muchos los monumentos que podemos visitar en Egipto construidos por Ramsés II. Así, decoró el interior y el muro exterior de la gran sala hipóstila de Karnak, amplió el templo de Luxor, construyó monumentos en Nubia de los cuales el más famoso es Abu Simbel, construyó el templo funerario conocido como Ramesseum, levantó una nueva ciudad en el Delta llamada Pi-Ramsés (“la casa de Ramsés”) y construyó para su esposa Nefertari la tumba más bella de todo Egipto y que puedes visitar en el Valle de las Reinas. Además, durante su reinado se produjo la famosa Batalla de Qadesh, en la que Ramsés II se enfrentó a los hititas y que concluyó con la firma del primer tratado de paz. Aún así, en los relieves de algunos templos, como el de Abu Simbel, Ramsés II celebra esta batalla como una gran victoria de los egipcios.

Le sucedió Merenptah, cuyo reinado se caracterizó por la incursión en el Delta de los llamados pueblos del mar, a los que tuvo que enfrentarse, alejando el peligro de momento. Con los sucesores de Merenptah empieza a perder poder la dinastía y los últimos reyes son Seti II, Siptah, que accedió al trono siendo un niño y murió joven por una enfermedad, y Tausert, esposa de Seti II y que gobernó en solitario unos dos años.

Dinastía XX

Sethnakht fundó la Dinastía XX, que fue la última del Reino Nuevo. Se desconocen los orígenes de este rey pero parece que pudo ser descendiente de alguno de los numerosos hijos de Ramsés II.

El rey más importante de la Dinastía XX es Ramsés III, que es considerado el último gran rey egipcio. Durante su reinado se tuvo que enfrentar a los pueblos del mar que amenazaban el país por tres frentes: Libia, el Mediterráneo y Palestina. Las victorias de estas campañas se pueden ver en el templo funerario de Medinet Habu. Durante su reinado tuvo de enfrentarse a algunos problemas internos, como la huelga de trabajadores de Deir el-Medina debido al retraso e irregularidad de los pagos y una “conspiración de harén” que pretendió acabar con su vida, aunque sin éxito.

Los sucesores de Ramsés III son reyes débiles y no muy conocidos, bajo cuyos reinados el Reino Nuevo entró en declive. En estos momentos la administración del estado se resiente mientras que el clero de Amón de Tebas se vuelve cada vez más poderoso. A finales del Reino Nuevo Ramsés XI gobierna desde la ciudad de Pi-Ramsés y, para intentar controlar al clero de Amón, nombra a Herihor como sumo sacerdote de Amón. Sin embargo, no le salió demasiado bien la jugada ya que Herihor usurpa prerrogativas y títulos reales, como está bien documentado en el templo de Khonsu en Karnak.

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Templo de Medinet Habu

A finales de la Dinastía XX, Nubia se independiza y en Napata surge la conocida como Dinastía Kushita, que dominará Egipto unos siglos más tarde. En el Delta, tras la muerte de Ramsés XI, Smendes (visir de Ramsés IX) fundó la Dinastía XXI tanita y se inicia el Tercer Periodo Intermedio.

Tercer Periodo Intermedio : Dinastías XXI-XXV (1076-723 a. C.)

El Tercer Periodo Intermedio vuelve a ser un periodo de descentralización política y durante el siglo XI a. C. el poder real vuelve a establecerse en el Delta y Smendes funda la Dinastía XXI tanita, con capital en Tanis y cuyo dominio se circunscribe al Bajo Egipto. El Alto Egipto queda en manos de los poderosos sumos sacerdotes de Amon.

A finales de la Dinastía XXI se establecen en diferentes zonas del Delta tribus libias de forma pacífica. Una de estas tribus se establecen en Bubastis y en un momento dado se  hacen con el poder real y fundan la Dinastía XXII bubastita. Pero no será la única y de forma coetánea, Petubastis, señor de Leontópolis en el Delta Central funda la Dinastía XXIII. También en ese momento se fundó la Dinastía XXIV saíta, que fue la más poderosa del Delta.

Por otro lado, en Nubia se afianzó el Reino de Kush y en torno al año 780 a. C. el rey Pianji o Piye avanzó hacia el norte y llegó al Delta. En Tebas instaló a una princesa de la familia real como Divina Adoratriz de Amón, un cargo que a partir de esta época comienza a adquirir gran relevancia y que se hace hereditario.

Pianji muere hacía el año 716 a. C. y fue sucedido por su hermano Shabaka, que emprendió una importante campaña que le hizo vencer a las tres dinastías libias y someter el Delta. Fundó la Dinastía XXV y gobernó de nuevo sobre un Egipto unificado, desde la VI catarata hasta el Mediterráneo. Esta dinastía es con la que termina el Tercer Periodo Intermedio.

Baja Época: Dinastías XXV-XXX (722-332 a. C)

La llamada Baja Época o Periodo Tardío se inicia con la Dinastía XXV kushita y concluye con la conquista de Alejandro Magno en el año 332 a. C.

Dinastía XXV

Los reyes de la Dinastía XXV son reyes originarios del Reino de Kush (Nubia) y, aunque ciñeron la doble corona, nunca renunciaron a sus orígenes manteniendo la necrópolis y la capital en Napata (cerca de la cuarta catarata). Estos reyes se presentaron como enviados del dios Amón para restablecer el estado egipcio y para acercarse a las tradiciones egipcias, levantaron pirámides a imagen de los grandes reyes del Reino antiguo. De hecho, Sudán (antiguo Nubia) es el país con más pirámides del mundo.

Los kushitas llevaron a cabo una intensa actividad comercial, política y militar por la región de Palestina y Siria, lo que les llevó a chocar con los intereses de los asirios. Además, durante esta Dinastía cobró mucho auge la institución de las Divinas Adoratrices de Amón en Tebas, poniendo al frente de este cargo a alguna hija del faraón regente.

Dinastía XXVI

Psametico era el hijo de Necao I y se enfrentó a Asurbanipal, expulsando a los asirios de Egipto e inaugurando la Dinastía XXVI. Durante su reinado se restablecieron las relaciones comerciales con los fenicios así como el inicio de relaciones con los griegos. Sus sucesores tuvieron que enfrentarse a los babilonios y durante el reinado de Necao II una flota egipcia circunnavegó África por primera vez en la historia.

La dinastía XXVI se considera el último periodo de florecimiento de la civilización egipcia y es que durante esta época los reyes volvieron a las tradiciones del pasado que se conoce como “renacimiento saíta”. En este momento se copiaron y fijaron textos antiguos y se recuperaron tradiciones funerarias del pasado, sobre todo del Reino Antiguo.

Dinastía XXVII

El rey de los persas Cambises conquista Egipto en el año 525 a. C y se inicia así la dominación persa en Egipto. La dinastía XXVII la formaron Cambises, Darío I, Jerjes, Artajerjes y Darío II. Sin duda, el más importante de estos monarcas fue Darío I, que gobernó durante más de 40 años. Dario I restauró templos, se ganó de nuevo a la clase sacerdotal y llevó a cabo una intensa actividad de obras públicas. Los sucesores de Dario I no supieron mantener su autoridad en Egipto y con Dario II termina el llamado primer periodo de dominación persa.

Últimas dinastías: Dinastías XXVIII, XXIX y XXX

Los egipcios se rebelaron contra el dominio extranjero en Egipto y en el año 495 a. C Amirteo expulsó a los persas e inició la Dinastía XXVIII, cuyo único rey fue él mismo. La Dinastía XXIX no superó los veinte años y gobernaron cinco faraones y las luchas contra los persas continuaron. La Dinastía XXIX y XXX se caracterizaron por las continuas luchas contra los persas, hasta que los persas finalmente volvieron a dominar Egipto durante un breve período de tiempo (342-332 a. C.), época que se conoce como segunda dominación persa. Fueron apenas diez años en los que las confrontaciones con los egipcios eran constantes. En el año 332 a. C. Alejandro de Macedonia, vencedor de Darío III, último rey de los persas, entró en Egipto y fue acogido como libertador. Así se inicia la Época Ptolemaica.

Época Ptolemaica (332-30 a. C.)

Alejandro entró en Egipto en el año 332 a. C. y fue recibido como libertador, ya que la dominación persa no tuvo gran acogida en Egipto. Fundó Alejandría que se convierte en la capital del Egipto Ptolemaico y se dirigió al oasis de Siwa para consultar el oráculo de Amón, que lo declaró hijo de dios y partió para Asia, dejando la administración en manos de su general Ptolomeo. Tras la muerte de Alejandro su hermano y sucesor Ptolomeo I Soler se proclamó  rey de Egipto, toma la titulatura real y se funda la Dinastía de los Ptolemeos.

Los Ptolomeos gobernaron Egipto durante los últimos trescientos años de su historia y el dominio griego no sobrevivió mucho tiempo a la decadencia de la propia Grecia. Hacia el 200 a. C. una nueva potencia empezó a cobrar protagonismo: Roma, que poco a poco fue ampliando sus fronteras y anexionando territorios. Los reyes ptolemaicos eran víctimas constantes de sus propias disputas y traiciones familiares y no pudieron resistirse a la dominación romana.

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Templo ptolemaico de Dendera

El final del período ptolemaico tiene como protagonista a la célebre Cleopatra, la última reina de Egipto. Para asegurar el trono después de derrotar a sus hermanos y hermana, Cleopatra se dio cuenta de que tenía que ser aliada de Roma. Así es como inicia una relación con Julio Cesar, con quien tuvo un hijo, y tras la muerte de Julio Cesar se puso del lado de Marco Antonio, que perdió en la batalla de Actium contra Octavio, fututo emperador Augusto. Entonces Cleopatra se quitó la vida y Octavio mandó ejecutar a los hijos que ésta tuvo con Julio Cesar y Marco Antonio. Egipto pasó a ser dominado por Roma y convirtió a Egipto en el granero del Imperio.

 

Esperamos que este (intenso) post sobre la historia de la civilización egipcia os sirva para aprender un poquito más sobre la historia de un país que nos encanta. Si vas a viajar a Egipto, recuerda que puedes consultar toda la información que tenemos en el blog sobre Egipto.

 

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