“¿Benín? ¿dónde está eso?” Esta era la respuesta más frecuente que obtenía cada vez que explicaba que me iba de vacaciones a Benín. Muchas personas apenas sabían ubicar este pequeño país en el mapa. “Está en África”, contestaba aclarando a mis interlocutores la ubicación de Benín. “¿Y qué vas a hacer ahí?”, me solían preguntar a continuación. Y ahí sí que me pillaban pues he de reconocer que yo misma tampoco sabía mucho de Benín antes de emprender este viaje. “Te lo cuento cuando vuelva”, contestaba.
Ya he vuelto y aquí estoy, escribiendo estas líneas sobre este país de África occidental del que apenas sabía nada antes del viaje. He reposado el que ha sido uno de los viajes más intensos y emocionantes hasta el momento y tengo unas ganas enormes de explicar por qué Benín se ha convertido en uno de los lugares más increíbles que he visitado.
Para empezar, he de decir que Benín tiene todo lo que quería descubrir al visitar en el continente africano. Se dice que Benín es “la pequeña África” y es que, a pesar de ser un país relativamente pequeño, goza de una enorme diversidad étnica. Los holi, los fulani, los yoruba, los mahi, los taneka o los somba, son algunos de los grupos étnicos que tendrás la ocasión de conocer cuando viajes por Benín.
Sacerdote taneka
Recorrer Benín descubriendo algunas de estas etnias es una forma de adentrarse y conocer un verdadero mosaico de culturas diversas que conviven en paz. Benín apenas recibe turismo por lo que conocer una etnia no forma parte de ningún show organizado para atraer al turista y esa autenticidad se palpa en cada uno de los encuentros. Descubrir esta diversidad étnica es aprender a leer la información que nos transmiten las pieles de sus integrantes: los tatuajes de las mujeres holi o las escarificaciones geométricas de los somba son algunas de esas marcas étnicas que llevan grabadas en la piel los integrantes de cada etnia.
Además de la diversidad étnica, la religión es palpable en cada esquina de Benín. No hay (casi) ningún africano ateo o agnóstico ya que el africano siempre cree en algo y ese algo en Benín se llama vudú. Benín es la cuna del vudú, una de las religiones más remotas y antiguas del mundo que aún hoy practica casi la mitad de la población beninesa. Viajar a Benín significa conocer qué significa el vudú para quienes practican esta religión y desterrar esas ideas simplistas acerca de lo que es el vudú. Viajar a Benín es aprender la complejidad de todo el sistema de creencias relacionado con el vudú.
Máscaras Geledé
Fetiches, sacrificios, rituales, sacerdotes, curanderos, bailes y danzas, música, magia, espíritus y antepasados son algunas de las palabras que describen el pequeño aprendizaje que una hace en Benín acerca del vudú. Vivir y ser testigo de un ritual vudú, de una ceremonia vudú o de algún baile de máscaras es una experiencia enriquecedora que evidencia todo un mundo de creencias ancestrales que, en nuestro mundo moderno y occidentalizado, son inexistentes.
Sin embargo, en Benín también se profesan otras religiones y hay muchas personas musulmanas, católicas o protestantes. Eso sí, a pesar de que el catolicismo y el protestantismo están bien arraigados en el sur del país y el islam es la religión más extendida en el norte del país, en Benín se palpa ese sincretismo religioso tan característico de este país. Las creencias de los católicos, protestantes, musulmanes y los adeptos al vudú se entremezclan de tal manera que dos religiones que a priori son distintas acaban por compartir o unir dos o más rasgos de origen diferentes.
Así pues, no es raro asistir a una ceremonia vudú en la que el sacerdote esté ataviado «al más estilo católico» o encontrarse con etnias que procesan el islam pero que también celebran fiestas animistas. Este mosaico de creencias evidencia un respeto y aceptación con respecto al “otro” que deberíamos aprender en nuestro mundo moderno y occidentalizado.
Otro rasgo del país que se me ha quedado grabado en la retina son los colores de este país. En Benín los paisajes que recorres en tu viaje son increíbles y es que Benín es de color verde exuberante y ocre intenso: casas de paja y adobe, cubiertas con techos de “hojalata” o paja rodeadas por una abundante vegetación. Pero, no solo es verde y ocre. Benín es un estallido de color y de vida y todo esto se percibe de manera especial en los mercados. Mujeres ataviadas con hermosas telas de colores, niños que gritan con alegría «¡yobo, yobo!» porque por allí se ven pocas personas blancas , puestos llenos de frutas, verduras, legumbres. Pero también es descubrir mercados de fetiches donde venden de todo: utensilios para los rituales, plantas, ungüentos y muchos animales muertos.
Puesto de carretera en Benín
Los mercados en Benín son el lugar perfecto para observar el quehacer diario de los habitantes de un lugar y, si una es capaz de dejar la cámara de fotos a un lado (porque no suelen ser bien recibidas), disfrutarás del mejor de los espectáculos y recibirás muchas sonrisas por parte de lo benineses.
Tras todo lo vivido, si ahora me preguntan «¿y qué vas a hacer en Benín?» tendría muy clara la respuesta. En Benín vas a descubrir un país apasionante, auténtico y poco conocido. Un país lleno de culturas y tradiciones, un país lleno de color y vida. En definitiva, en Benín vas a descubrir la esencia de un continente enorme, África, porque Benín es África.