Etiopía siempre ha sido un destino que me ha atraído profundamente, no solo por su increíble historia como cuna de la civilización, sino también por mi interés personal en las culturas ancestrales. Desde que comencé a estudiar la civilización egipcia, he sentido interés en los pueblos que preservan sus tradiciones milenarias, y el Valle del Omo en Etiopía es un verdadero tesoro en ese sentido. Por eso, este viaje ha sido una oportunidad única para conocer y descubrir la historia de un país tan interesante como Etiopía, así como para sumergirme en la rica diversidad cultural de los grupos étnicos que aún viven como lo hicieron sus antepasados, manteniendo vivas sus costumbres y modos de vida.
Sara en el río Omo
Viajar a Etiopía es viajar a la cuna de la civilización, a nuestros orígenes. En Etiopía se han encontrado los restos de los primeros primates que, debido al cambio climatológico, bajaron de las copas de los árboles y echaron a caminar. Por eso, viajar a Etiopía es poder descubrir nuestros orígenes y visitar los restos de los Australopithecus afarensis Lucy y Selam, los primeros homínidos, en el Museo Nacional de Addis Abeba es algo emocionante.
Además, viajar a Etiopía es embarcarse en un viaje a través del tiempo, descubriendo una tierra que es hogar de grandes civilizaciones. Sorprendentemente, desconocemos el legado de las grandes civilizaciones que florecieron en suelo africano, más allá de la conocida civilización egipcia. Pero en Etiopía se pueden visitar los vestigios del antiguo imperio de Axum, una de las civilizaciones más poderosas de la antigüedad, y las increíbles iglesias excavadas en la roca por los reyes de la Dinastía Zawge en Lalibela, en el norte de Etiopía.
Iglesia de San Jorge de Lalibela
Sin embargo, este viaje en el tiempo no se limita al norte del país. También te lleva al sur, hacia el Valle del Omo, donde el tiempo parece haberse detenido por completo. Visitar esta región es como mirar a través de una ventana, hacia las raíces más profundas de la humanidad, donde algunos de los grupos étnicos más icónicos e interesantes de África aún preservan sus tradiciones ancestrales.
El Valle del Omo es el hogar de diversas comunidades que, al viajar a Etiopía, tienes el privilegio de conocer y convivir. Aquí, la vida sigue ritmos antiguos, ajenos al frenético pulso del mundo moderno. Viajar a Etiopía es conectarse con lo más esencial de la vida, con formas de existencia más arraigadas a la tierra, donde muchas comunidades dependen de lo que cultivan y de su ganado para sobrevivir.
Mujeres nyangatom
Conocer a los hamer, con sus elaborados peinados de barro; a los karo, con sus impresionantes pinturas corporales; a los mursi, con sus característicos platos labiales; o a los nyangatom, con sus coloridos collares de cuentas, es adentrarse en un universo estético y cultural completamente distinto. Viajar a Etiopía significa aprender a descifrar la estética y los atuendos de cada etnia, entendiendo el profundo significado detrás de cada detalle.
Viajando a esta región de Etiopía aprendes a saludar en los diferentes idiomas de cada tribu y a comunicarte más allá de las palabras. También viajar a Etiopía es recorrer carreteras de tierra mal asfaltadas, donde vacas y cabras superan en número a los vehículos. Es asistir a ceremonias de iniciación que todavía hoy se practican, como el ukuli bula o la ceremonia del salto del toro de los jóvenes hamer. Es, en definitiva, observar y sentir que hay mucho que se escapa a nuestra comprensión.
Ukuli Bula o Ceremonia del Salto del Toro
Sin embargo, viajar al Valle del Omo también invita a reflexionar y cuestionarse sobre el impacto de nuestra visita. ¿Cómo podemos acercarnos y conocer estas comunidades sin convertir la experiencia en un «safari humano»? ¿Es posible un turismo ético en este contexto? Visitar estas comunidades y adentrarse en su esencia y autenticidad plantea preguntas sobre si pueden protegerse del impacto del turismo o si, paradójicamente, el turismo podría ser su salvación. Viajar a Etiopía requiere una reflexión profunda, cuestionamientos previos y un ejercicio constante de autocrítica.